Carta de despedida del presidente Manuel Valadés.

Queridos rojinegros:

Hace cuatro años llegue a la presidencia de la UD Montijo con la ilusión por las nubes. Desde ese mismo instante, hemos vivido juntos momentos inolvidables, unos con sabor más agrio y otros con un sabor glorioso y es que en el día de hoy, toca poner fin a mi etapa dentro del club.

He prestado, desde mi llegada, todo mi cariño. He puesto en todo momento mi esfuerzo, sudor y ganas para que la UD Montijo llegará al sitio donde está ahora mismo como estamento, y a pesar de que muchas cosas no he podido conseguirlas, es necesario pedir perdón por ello.

Desde conseguir salvaciones en 3ª División en la última jornada, a lograr el ascenso a 2ª División B. Y es que, durante todos estos años, cada plantel, fue poniendo su grano de arena para conseguirlo. Eternamente agradecido a todos los jugadores que han vestido esta camiseta desde que llegué.

A mi directiva por su trabajo diario, por sus consejos y ayuda desinteresada en todo momento. Entrenadores y fútbol base, hemos asentado una cantera espectacular, rodeándola de gente profesional.

A la afición de la UD Montijo. Una afición que durante mis cuatro años no ha fallado, que ha apoyado al equipo en cualquier tesitura y que este último año ha logrado batir récords históricos. Mi debe está con vosotros, el no haber podido techar esa tribuna que tanto hace falta.

Por otro lado, he de agradecer a Tomillo y José Lorenzo su llamada, y el contar conmigo para este trayecto tan bonito que hemos vivido, al igual que a Marcelo Contreras por su presencia en este club con 99 años de historia. Todo lo que tenemos es gracias a estos grandes profesionales y activos que tiene la UD Montijo.

Por último, a mi familia y amigos, en especial a mi mujer y mi hija que me han apoyado en todo momento.

Sin más dilación, he de despedir esta etapa tan bonita para mi, pero cada dos semanas estaré por allí, por el Emilio Macarro, para que mi voz esté presente como un aficionado más en las gradas del templo rojinegro.

Un fuerte abrazo,

Manuel Valadés Nieto