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Sara Andrés afirmó que su experiencia en Tokio fue un punto de inflexión para aprender a dirigir sus emociones y pensamientos hacia sus metas

MADRID, 22 (EUROPA PRESS)

La atleta española Sara Andrés Barrio se encuentra ya con un “sentimiento bipolar” ante la cercanía de los Juegos Paralímpicos de París, los terceros que va a disputar y que se celebran después de la complejidad de los de Tokio, una cita que pese a tener “recursos” a nivel psicológico para afrontarla, le pasó “factura” y le sirvió como “punto de inflexión” para conocerse mejor y “redirigir” todo hacia donde quiere.

“Por una parte, es como qué bien que sólo sean 6 meses, por otra es como Dios mío, todavía quedan 6 meses, es un poco bipolar el sentimiento”, señaló con una sonrisa Sara Andrés en una entrevista a Europa Press durante el ‘Día de Medios’ organizado por el Comité Paralímpico Español (CPE).

La madrileña, que compite en la clase T64 (deportistas amputadas por debajo de la rodilla), no olvida que “ha sido un ciclo muy corto”, aún “más” para el atletismo que tuvo “el año pasado el Mundial”, pero que compensa el anterior que se les hizo “larguísimo, muy pesado, sobre todo mentalmente” por el aplazamiento de Tokyo 2020 por la pandemia, algo que fue “difícil”.

“Es verdad que yo hice un gran trabajo psicológico desde que perdí los pies y tengo bastantes recursos para conocerme y para saber cuándo estoy mal o cuándo estoy yendo por un lugar que no me beneficia, me entristece o me paraliza. Pero es verdad que en Tokio, incluso teniendo esos recursos, me pasó factura y no supe gestionarlo bien. Entonces ahí fue un punto de inflexión para saber que tengo que darme cuenta más de qué es lo que siento y pienso para redirigir todo eso hacia donde quiero”, advirtió.

En este sentido, celebra que por “primera vez” el Comité Paralímpico Español (CPE) pusiese a disposición de los deportistas “una psicóloga” para esos duros meses. “Fue un gran cambio y nos ayudó bastante. Ahora ya la tenemos para todo el año, que se nota mucho porque la ‘pobre’ estaba con 300 deportistas. Ahora ya nos conoce y cuando necesitamos que nos atienda la llamamos, tenemos sesiones con ella y nos va redirigiendo un poco para que estemos en óptimas condiciones”, apuntó.

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De todos modos, pese a ese trabajo, “la mente te puede jugar malas pasadas”. “Ese día puedes tener un mal día sin quererlo y tienes que lidiar con ello. En el deporte hay una parte que es 80 por ciento mental y 20 físico”, remarcó la atleta que, “desde 2021”, ha afrontado “muchos cambios”, tanto a nivel técnico con una nueva entrenadora como de “mentalidad”.

“EL MUNDIAL SERÁ DEFINITIVO PARA SABER QUÉ HAY QUE CAMBIAR PARA PARÍS”

Antes de París, Sara Andrés, que aún debe ratificar la plaza nominal que tiene para los Juegos, tendrá el Mundial que se celebrará en Kobe (Japón) en mayo donde va a “medir las fuerzas y las rivales”. “Me apetece ir por cambiar esa mala sensación con la que me quedé de Japón y por ver cómo están las rivales y cómo estoy yo. Va a ser definitivo saber qué es lo que tenemos que cambiar ya en pocos meses de cara a septiembre”, puntualizó la velocista.

La española quiere competir en París en los 100 metros, donde es la actual subcampeona del mundo, y en longitud, donde fue sexta en el pasado Mundial, donde no quiere volver a subir al podio y defender su plata. “Si no lo hago no me importará tanto porque lo importante es París, pero me va a venir muy bien para ver las fuerzas”, advirtió.

Además, el ya ganar una medalla en un campeonato importante hace que esté “en la ‘pomada'” y que una se sienta “fuerte”. “Pero también te viene el miedo de no querer que te la quiten. No quiero pensar lo que piensa la primera, que tiene a todas las demás queriendo arañar esa medalla. Gestionar ese tipo de cosas mentalmente es complicado”, confesó.

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Los Juegos serán en París, una cita donde se espera recuperar la normalidad que no hubo en Tokio y donde no haya recortes como en Río de Janeiro, aunque Sara Andrés guarda un buen recuerdo de la ciudad brasileña. “Para mí fue genial. Fueron mis primeros Juegos y fue una barbaridad formar parte de algo tan grande siendo tú tan ‘pequeñita'”, confesó. “Tokio para mí fue un regalo, pero fue todo exigencia por querer ganar medallas, no conseguirlo y encima no tener el apoyo de la gente, estar muy lejos de casa y además tampoco podía comunicarme por las horas”, añadió.

En cambio, la capital francesa “va a ser como ese resurgir” del paralimpismo, ayudado por unos organizadores que lo están gestionando “muy bien” y que hacen “mucho” porque la gente vaya a ir a ver las competiciones. “En los Mundiales del año pasado, por ejemplo, traían a colegios con todos los niños superilusionados y animándonos. Correr así da gusto y te dan más ganas de correr. En Tokio no sentías esa sensación de deporte, de Juegos, y ahora creo que va a ser muy ‘top'”, manifestó.

Por otro lado, la española también tiene claro que no le importe que a los paralímpicos les pongan esa “etiqueta, siempre y cuando se valore que es deporte”. “En el fondo es correr 100 metros, saltar, es el mismo esfuerzo, incluso más. No le quiero quitar mérito a los olímpicos, que lo tienen, porque tienen muchísimo trabajo y es mucho más complicado llegar a los Juegos. Pero nosotros tenemos el hándicap de unas prótesis, de sufrir dolores, de ese esfuerzo diario, mental, físico, que los olímpicos no tienen”, subrayó.

EL COSTE DE LAS PRÓTESIS

Y luego está el hándicap de que el material de los deportistas con discapacidad “es muchísimo más caro” y que para llegar a la alta competición “tienes que invertir muchísimo, personal, profesional y económicamente”. “Cualquiera que vea los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos se va a dar cuenta de que es deporte mayúsculas. Cualquiera que vea los Juegos Paralímpicos va a decir ‘guau’ y que hay un ‘nivelazo’. A lo mejor hace años no, pero es que ahora ya hay un nivel brutal en olímpicos y paralímpicos”, resaltó.

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Sobre las prótesis que debe usar, detalló que las de su vida diaria “duran más” y que “en principio pueden durar diez años fácil si las cuidas bien”, pero que las de competir “es otra cosa”. “Lo que dice la marca es que tienen una durabilidad de un año o de un millón de impactos, y yo corro todos los días. Ahora, tengo unas nuevas que voy a estrenar en París y que las estoy ‘domando’ porque no tienen nada que ver las nuevas con las antiguas, que las tendré ahí para seguir haciendo entrenamientos más en el salto o de más distancia para seguir gastándolas”, comentó.

“Pero lo normal es que cada año cambies y la gente que tiene recursos suelen cambiarlas tres meses antes de la competición. Las doman un poco, las guardan y luego las sacan sólo para competir, o sea que ese es el nivel, depende un poco de lo que tú puedas permitirte, cada año más o menos”, sentenció al respecto la madrileña.

Finalmente, Sara Andrés se refirió a su labor de docente, que dejó hace un par de años para dedicarse profesionalmente al deporte. “Echo de menos a mis alumnos y voy a verles. De hecho, en junio fue a la graduación de los que tuve en Primero y que pasaban al instituto. Sé les echo mucho de menos, es muy bonita la docencia, pero ahora estoy centrada y ya volveré, cuando esto acabe ya volveré a dar clases”, admitió.


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