MÉRIDA, 11 (EUROPA PRESS)
La Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) ha sostenido que escolarizar a menores de 1 año en colegios es un “atentado” contra los derechos del niño y una “mala decisión” de los deberes que se tienen, en especial los responsables políticos, con ellos, además de alertar de los “peligros que conlleva”.
De esta forma, AMEI-WAECE ha enviado un escrito por burofax al presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara; a la consejera de Educación, Esther Gutiérrez; a la responsable de las políticas en materia de infancia de Extremadura y al Defensor del Pueblo criticando la intención del Ejecutivo regional, ya que este tipo de centro “no es el adecuado para niños de estas edades”.
En esta línea, la asociación ha animado a la consejera de Educación y Empleo, que es maestra de formación, a que “revise sus apuntes de la carrera” y ha llamado la atención sobre el “gran error” que se está cometiendo con este “programa experimental” .
El presidente de esta asociación, Juan Sánchez Muliterno, ha considerado que, si bien es una acción “muy plausible” conseguir que estos niños tengan una educación gratuita, es “evidente que dicha acción es un atentado contra los derechos de los niños, al margen de que dicha gratuidad puede conseguirse de otra manera”.
Además, ha afirmado que es una decisión “cuanto menos sorprendente” teniendo en cuenta que Esther Gutiérrez es maestra de Educación Primaria, por lo que se entiende que “debería conocer las teorías del desarrollo del niño y saber mejor que nadie que es un error”.
“Nadie pone en duda que una universidad no tiene nada que ver con un centro de bachillerato, tanto desde el punto de vista arquitectónico, como de organización. Lo mismo ocurre con un centro de bachillerato que debe tener características distintas de uno de primaria. Siguiendo este razonamiento, nada tiene que ver, desde el punto de vista arquitectónico y organizativo, un centro de educación infantil de 1º ciclo con uno de primaria. Los primeros centros infantiles fueron organizados en casas de viviendas o locales, que se adaptaron a las necesidades y requerimientos de un centro infantil, como sucedió con el kindergarten de Froebel o La casa del bambini de Montessori”, ha expuesta la Asociación Mundial de Educadores Infantiles en nota de prensa.
Así, ha añadido, surgió la decisión de que la educación de los más pequeños requería una construcción propia que tomara en consideración todas las necesidades y particularidades de la edad en su conjunto y de sus períodos de desarrollo, algo que “parece muy lógico”, ya que cada tramo educativo necesita un currículo y unas instalaciones adecuadas.
En esta línea, ha recalcado que si se impone al niño un paso demasiado brusco de un pequeño grupo familiar a uno más extenso en cuanto al número de unidades se le puede “traumatizar a algunos de ellos y llevarlo, por falta de seguridad, a replegarse en sí mismo y a no establecer los contactos sociales que son indispensables para la formación y desarrollo de su personalidad”.
“Ello nos devuelve una vez más a la exigencia fundamental: conservar a los edificios su carácter de intimidad, con objeto de que los niños pequeños puedan conocer y reconocer fácilmente las caras adultas y las caras infantiles que van a formar parte de su nuevo universo”, ha sostenido Sánchez Muliterno.
De esta forma, ha insistido en que no se puede dejar a un niño de uno ni de dos años en el patio de un colegio, aun saliendo a horas distintas, bajo una canasta de baloncesto, o una portería de fútbol, ya que se “perderían”.
Por lo que ha aseverado que estos menores necesitan un patio con un arenero, con ruedas, con columpios, en definitiva, ha dicho, un patio y un mundo “pensado para él” y un “espacio único que conserve el carácter de una gran familia en cuyo seno el niño sienta seguro”.
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